Sobre la «misoginia» de los libros sapienciales de la Biblia

En este escrito se examinan algunos textos bíblicos que supuestamente hablan contra las mujeres, y se sugiere un criterio de interpretación basado en la crítica literaria.

tableta cuneiforme

Mejor es vivir en un rincón del terrado que con mujer rencillosa en casa espaciosa.
Proverbios 21:9

Gotera continua [son] las contiendas de la mujer.
Proverbios 19:13

...he hallado más amarga que la muerte a la mujer...
Eclesiastés 7:26

Dentro de la Biblia Hebrea --lo que nosotros conocemos como Antiguo Testamento-- los libros sapienciales son una porción bastante significativa. Con libros como Job, Proverbios o Eclesiastés, su importancia para la fe cristiana y para la cultura occidental es algo evidente.

Al leer estos libros nos encontramos con textos como los que se citan más arriba, y otros, en donde aparentemente se habla mal de la mujer, al punto que algunos han acusado a estos libros de esconder una profunda misoginia. ¿Es así? ¿Son verdaderamente misóginos estos libros?

Además de la legitimidad natural de la pregunta, también está su aspecto teológico. La fe cristiana señala a la Biblia como su escritura sagrada, la palabra de Dios inspirada por el Espíritu Santo, que es infalible e inerrante. Si los libros sapienciales son misóginos, también sería posible acusar  de misógino a Quien los inspiró.

Antes de empezar, es importante delimitar la cuestión. El siguiente análisis tratará solamente sobre los libros sapienciales. El contenido supuestamente misógino de otros libros cae fuera de nuestra esfera de estudio.

El Diccionario de la Real Academia Española define misoginia como «Aversión a las mujeres».  Si tomamos los textos citados al inicio como indicación, la acusación de misoginia bien podría ser cierta: las mujeres son plagueonas, exasperantes, o inclusive peores que la muerte. Misoginia pura, se podría decir.

Sin embargo, la aplicación de la alta crítica literaria permite descartar esta acusación a los libros sapienciales. La «alta crítica» bíblica es la crítica literaria aplicada a los textos bíblicos. Como dice Theopedia, trata acerca de «cuestiones pertinentes al origen y composición del texto, incluyendo cuándo y dónde se originó, cómo , porqué, por quiénes, para quiénes, y en qué circunstancias se produjo, qué influencias se ejercieron sobre su producción, y cuáles fueron las fuentes originales orales o escritas que podrían haberse empleado en su composición; y el mensaje del texto como se expresa en su idioma, incluyendo el significado de las palabras así como el modo en que las mismas se disponen en formas de expresión portadoras de significado». 

¿Alta crítica? Es sabido que el término «alta crítica» despierta alarma en varios círculos, pues se asocia a la obra racionalista y destructiva de estudiosos como Graf y Wellhausen. Pero la Biblia es literatura; y por lo tanto, aplicar las técnicas de la crítica literaria, respetando su carácter de texto sagrado inspirado por Dios, es una actividad no solamente provechosa, sino inevitable.

En nuestro caso, la cuestión que decide este caso es determinar para quiénes se escribió originalmente la literatura sapiencial. Existe un gran consenso acerca de que la literatura sapiencial del antiguo Oriente Medio, de la cual forman parte los libros sapienciales de la Biblia, tiene el carácter fundamental de «instrucción de príncipe». Breed menciona en su ensayo sobre literatura sapiencial que gran parte de los estudiosos considera que estos escritos son dichos orientados a un grupo privilegiado, diseñado para ayudar a la enseñanza de burócratas y futuros gobernantes.

Es decir: estamos ante un significativo conjunto de enseñanzas destinado a hijos de funcionarios de la corte real, que recibían capacitación con miras a ocupar cargos públicos en el futuro. Samuel ya había advertido a Israel que una monarquía traería burocracia (1 Reyes 8:11-19). Pero el burócrata no se forma solo; debe ser capacitado y especialmente debe tener prudencia, sabiduría y virtud para desempeñar su función. La literatura sapiencial se erige, entonces, en un conjunto de enseñanzas para futuros burócratas y gobernantes de Israel.

¿Y quiénes eran estos candidatos a burócratas? No eran las mujeres, pues en ese tiempo no intervenían en la vida pública, y su esfera de acción se limitaba al ámbito privado y doméstico. Ahora bien, igualmente hay que reconocer que en ese tiempo las mujeres sí recibían educación: el elogio de la mujer virtuosa (Proverbios 31:10 y siguientes) describe a esta mujer como una dama singularmente culta, inteligente y capacitada. Pero esta instrucción se recibía en el seno del hogar, no en un contexto de instrucción pública como las escuelas de futuros burócratas reales.

Por lo tanto, tenemos que la audiencia de la literatura sapiencial --de los futuros burócratas reales-- no estaba formada por mujeres. Se trataba de jovenzuelos imberbes, púberes y adolescentes, que recién empezaban a descubrir la vida y sus pasiones. Como todos los adolescentes, se trata de muchachos inexpertos, que creen saberlo todo, que quieren llevarse la vida por delante, y que todavía deben aprender muchas lecciones de la vida. Los consejos, por tanto, están orientados a ese público; y aquí está la clave para interpretar los pasajes supuestamente misóginos.

Todo padre sabe que la adolescencia es una edad en donde se establece la atracción por el sexo opuesto, y se forman criterios acerca de cómo debe ser la pareja ideal para uno. Así como hay distintas preferencias en cuanto al aspecto físico, también se establecen las afinidades con los rasgos de personalidad. El hecho de que la audiencia original de la literatura bíblica sapiencial está formada por jovenzuelos varones adolescentes hace que naturalmente se deba hablar de mujeres; se esperaba que estos jóvenes pudieran, a su debido tiempo, contraer matrimonio y formar una familia.

Entonces, los dichos sapienciales sobre la mujer son, en realidad, consejos sobre la elección de una futura pareja; y debe entenderse que los consejos supuestamente misóginos se orientan todos hacia este fin. No se trata solamente de que los plagueos de la mujer son como una gotera continua (Proverbios 19:13); sino, «debes evitar a una mujer plagueona; búscate otra que no sea así». O, como tantos padres aconsejan a sus hijos en casos similares: «Esa chica no te conviene...».

Es por esto que no podemos decir que los libros sapienciales son misóginos. Sus advertencias no van contra la mujer, sino contra cierta clase de parejas potenciales que deben ser evitadas, y así es como deben entenderse los textos. De hecho, es perfectamente legítimo conjeturar que así como en las «escuelas de burócratas» se impartían estos cruciales consejos, en las casas las madres instruían a sus hijas: «cuídate del muchacho que sólo quiere una cosa; pase lo que pase, tienes que hacerte respetar; un muchacho que no quiere progresar no tiene futuro», y tantos otros consejos. Hay que reconocer que por cada supuesta crítica a las mujeres en la literatura sapiencial, hay muchas críticas que podrían aplicarse con toda legitimidad a los varones. Pero no se enuncian de manera explícita en el texto, porque la audiencia es otra.

¿Cómo, entonces, interpretamos estos textos misóginos? Aquí sólo es posible brindar algunas orientaciones muy generales.

  1. Primeramente, hay que tener en cuenta la situación originaria de estos textos y aplicarlos como consejos para varones adolescentes; en tales casos, hay que reconocer que son consejos sabios para la elección de una futura pareja.
     
  2. En segundo lugar, las mujeres deben comprender que ellas también deben tener sabiduría en la elección de sus parejas, y que si es posible criticar a mujeres, también es legítimo criticar con mucha justicia a varones por varios defectos y problemas de carácter. Hay demasiados varones necios vagando por el mundo.
     
  3. En tercer lugar, y cuando el resultado sea apropiado (por ejemplo, en Proverbios 14:1), es legítimo invertir el sexo del texto en la aplicación. Es decir, una mujer que lea Proverbios 14:1 podría también aplicar ese texto a los varones; es sabio y bueno buscar un varón laborioso, con afán de progresar y de construir su hogar, antes que un necio que a través de sus malas decisiones lo exponga continuamente al peligro de su destrucción.


¿Son, entonces, misóginos los textos sapienciales del Antiguo Testamento? Basándonos en un elemental análisis de crítica literaria, es posible descartar esta acusación. Dios creó al ser humano varón y hembra (Génesis 1:27), y ambos, varones y mujeres, somos uno en dignidad en Cristo (Gálatas 3:28). Que Dios permita que todos podamos aplicar, con propiedad, las enseñanzas de esta sabiduría divina.